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Los debates que dieron forma a la Constitución de Michoacán de 1918

  • Foto del escritor: Jesús Arroyo Cruz
    Jesús Arroyo Cruz
  • hace 3 días
  • 4 Min. de lectura

Entre 1917 y 1918, los diputados de la XXXVI Legislatura de Michoacán se reunieron con la misión histórica de darle al Estado una nueva Constitución. No era un encargo menor. Había que escribir un marco legal que recogiera las aspiraciones del pueblo, los aprendizajes de la guerra y las promesas de un país que quería transformarse.


Las actas de aquel Congreso Constituyente —transcritas por José Antonio Martínez Álvarez y publicadas por La Atenas de América— son memoria viva. Contienen las voces de quienes discutieron con fuerza, convicción y, a veces, con desacuerdo abierto, el futuro de Michoacán; muestran el momento en que la palabra se convirtió en proyecto político. No hay en sus páginas fórmulas vacías. Lo que ahí se debatió siguen siendo temas vigentes como el papel del ciudadano, los derechos sociales, la relación entre poder y justicia.


La Constitución de Michoacán entre ruptura y continuidad

El 5 febrero de 1918, los diputados promulgaron más que artículos. Querían imaginar un nuevo comienzo. Venían de años marcados por golpes militares, gobiernos provisionales y decisiones impuestas por la fuerza. Había que organizar el Estado desde el escombro, con los ideales de la Revolución aún calientes y los conflictos sociales sin resolver.


El Congreso Constituyente trabajó con intensidad. Las sesiones se extendieron durante semanas. En cada intervención se mezclaban la experiencia local y el compromiso ideológico. Tomaron como referencia la recién promulgada Constitución federal de 1917, pero no la copiaron. Michoacán tenía sus propias heridas, su propia historia y sus propias demandas.


Uno de los temas que generó más interés fue el papel de los municipios. Durante décadas, el poder local había sido minimizado por gobiernos centrales. Los diputados querían devolverle autonomía a los ayuntamientos. El municipio libre fue una apuesta política.


También se discutió con fuerza cómo limitar el poder del gobernador. Muchos temían que el Ejecutivo estatal se convirtiera en una figura autoritaria. Por eso, insistieron en mecanismos de equilibrio, en fortalecer al Congreso local y en proteger al Poder Judicial. La educación y la función social de la propiedad fueron otros temas clave. El Estado debía garantizar la enseñanza laica y gratuita, y asegurar que la tierra sirviera para distribuir justicia.


¿Qué temas se debatieron en el Congreso Constituyente?

Además de la forma de gobierno, la educación y el municipio, el tema de la propiedad privada también generó debate. Inspirados en el artículo 27 de la Constitución federal, varios diputados defendieron que la tierra debía tener una función social. Eso implicaba reconocer el derecho de propiedad, pero también establecer límites cuando se tratara de proteger el bien común.


Las libertades de culto, imprenta, asociación y enseñanza fueron puestas sobre la mesa. La Revolución había prometido libertades, pero muchos temían que no pasaran del papel. Los constituyentes quisieron asegurarlas por ley. Quisieron que nadie pudiera quitar esos derechos sin pagar un costo político.


¿Qué originó la necesidad de una nueva constitución en Michoacán?

Cuando terminó la Revolución, el Estado estaba en ruinas. Un tanto por la violencia, y otro tanto por la ausencia de reglas claras. Durante años, el poder había pasado de mano en mano sin estabilidad. Gobernaban militares, jefes revolucionarios o civiles sin respaldo legal.


El Congreso Constituyente nació de esa urgencia. No era una tarea decorativa. Era una necesidad práctica. Había que dar orden al caos. Había que traducir en leyes las demandas que habían motivado la lucha armada.


¿Qué relación tuvo con la Constitución federal de 1917?

La influencia del texto federal fue fuerte. Pero no total. Muchos de los artículos sociales —como los que hablan del trabajo, la tierra o la educación— inspiraron a los legisladores michoacanos. Pero estos no se limitaron a copiar.


El resultado fue una constitución estatal que no se subordinó, que asumió lo federal como guía, pero que también supo decir “aquí las cosas son diferentes”. Esa mezcla le dio fuerza y legitimidad. Le dio vida a un texto que cumplía con el país y con el pueblo michoacano.


¿Qué papel jugaron los municipios en esta Constitución?

Los municipios fueron el corazón del nuevo proyecto, al darles autonomía y reconocer que eran el primer espacio de gobierno, el más cercano a la gente. Los diputados sabían que el municipio era donde comenzaban los problemas y donde también podían empezar las soluciones. Por eso, insistieron en que tuvieran facultades reales para administrar, organizarse y decidir sin depender de órdenes lejanas.


Este reconocimiento tenía una larga historia, de un eco de tradiciones políticas que venían desde el siglo XIX. Pero también era una respuesta directa al abandono que habían sufrido durante la Revolución Mexicana. Cuando el poder desapareció, fueron los municipios quienes mantuvieron la vida en pie.


Más que registros

Las Actas del Congreso Constituyente de Michoacán: 1917-1918 —forman parte de la colección Michoacán en libros están disponibles en Amazon en versión ebook y pasta blanda— dan cuenta cómo se construyó una Constitución que quiso ser respuesta, no repetición. Que apostó por los municipios, por la educación, por la justicia social. Que reconoció la diversidad, el conflicto y la posibilidad de un pacto nuevo.


Releer esas páginas es una forma de entender cómo se hizo el presente. Y de pensar, quizás, cómo se puede trazar un futuro con los mismos ingredientes: diálogo, debate, convicción y voluntad de cambio. Porque en la historia constitucional de Michoacán hay pasado y preguntas abiertas que aún nos interpelan.


Este artículo ha sido escrito por Jesús Arroyo Cruz con base en fuentes históricas de los siglos XIX y XX. Nuestros contenidos están diseñados para aportar y acompañar en el camino del conocimiento.


Portada Actas del Congreso Constituyente de Michoacán: 1917-1918: Tomo VI


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