Lo que ocurre cuando El Príncipe se encuentra con El arte de la guerra y los Discursos sobre la primera década de Tito Livio
- Jesús Arroyo Cruz
- 2 dic
- 5 Min. de lectura
Hablar de El Príncipe es quedarse corto si se ignoran las otras grandes obras políticas de Nicolás Maquiavelo. Luis Navarro lo dice con claridad en su prólogo: el sistema del florentino se despliega en tres pilares que se sostienen entre sí: los Discursos sobre la primera década de Tito Livio, El Príncipe y El arte de la guerra. Juntas forman el mapa completo de lo que significa fundar, ordenar y defender un Estado.
En esta edición de Obras políticas de Nicolás Maquiavelo, traducidas por Luis Navarro, el lector encuentra algo más que un clásico suelto. Encuentra el sistema entero. El Príncipe explica cómo se levanta una monarquía nueva para unificar una patria dividida. El arte de la guerra muestra cómo debe armarse el pueblo para sostener esa unidad. Los Discursos exploran la vida de una república basada en la libertad y la participación de las distintas clases.
Así, esta edición permite leer El Príncipe en el lugar que le corresponde: como el corazón de un proyecto político que mira a Italia, pero anticipa el Estado moderno.
El Príncipe: laboratorio del poder en tiempos de crisis
Para entender El Príncipe, Navarro recuerda el mundo que rodeaba a Maquiavelo. La Edad Media había dejado una larga discusión sobre quién debía mandar: el Papa o el Emperador. La política se pensaba en latín, desde los claustros, con argumentos teológicos. El poder se justificaba como reflejo de una autoridad divina.
Maquiavelo rompe con esa tradición. En El Príncipe, la política se escribe en lengua vulgar, se mira desde los hechos y se mide por resultados. No discute en abstracto si un gobierno es moralmente perfecto. Pregunta qué necesita un Estado para sobrevivir en medio de invasiones, complots y traiciones.
Navarro subraya un punto decisivo: El Príncipe nace de un objetivo práctico. Maquiavelo quiere ver una Italia unificada y libre de potencias extranjeras. Para lograrlo, cree necesario un príncipe nuevo con poder absoluto. Esa convicción lo lleva a estudiar cómo se forma y se mantiene un principado en condiciones extremas. El libro no defiende la crueldad por gusto, la observa en funcionamiento y la vincula a una meta concreta: salvar al Estado de la anarquía.
Leído junto a los Discursos y a El arte de la guerra, El Príncipe deja de ser una supuesta “escuela de cinismo” y se convierte en una pieza de un debate mayor: cómo construir un orden político estable en un mundo que se desmorona.
El arte de la guerra: pueblo armado y Estado fuerte
Si El Príncipe se ocupa de la conquista y conservación del poder, El arte de la guerra responde otra pregunta clave: ¿cómo se defiende ese poder sin depender de mercenarios? Maquiavelo admira la organización militar de la antigua Roma y las milicias suizas. De ahí extrae una idea que Navarro subraya como central: la verdadera fuerza de un Estado está en un pueblo armado, organizado como ejército nacional.
En El arte de la guerra, el florentino defiende que la infantería sea el núcleo del ejército, que las tropas no sean compañías de aventureros a sueldo, sino ciudadanos preparados para la defensa común. Esta propuesta conecta con lo que ya había planteado en los Discursos: la libertad política exige instituciones sólidas y una ciudadanía capaz de sostenerlas, incluso con las armas.
Leído en conjunto, el tríptico que forman El Príncipe, los Discursos y El arte de la guerra muestra que Maquiavelo no se limita a describir maniobras de corte. Piensa en un Estado que se arma, se unifica y se protege mediante leyes, milicias y decisiones difíciles.
¿De qué trata realmente El Príncipe?
El Príncipe analiza cómo se adquiere y se mantiene el poder en contextos de inestabilidad. Maquiavelo distingue distintos tipos de principados, estudia el papel de la fortuna y de la “virtud” política, y se pregunta qué debe hacer un gobernante cuando el orden está en riesgo. No escribe un manual de etiqueta cortesana, sino un tratado sobre decisiones extremas.
¿Cuál es la idea principal de El Príncipe de Maquiavelo?
La idea central de El Príncipe es que la supervivencia del Estado puede exigir medidas duras. Maquiavelo sostiene que un gobernante debe aprender a actuar “no siendo bueno” cuando la situación lo exige. Para Navarro, esta frase solo se entiende si se mira la época: un país fragmentado, potencias extranjeras en su territorio y una corrupción generalizada. El objetivo era la unidad de Italia.
¿Cómo se relacionan El Príncipe y El arte de la guerra?
Navarro muestra que El Príncipe explica cómo nace un poder nuevo, mientras El arte de la guerra explica cómo se organiza la fuerza que lo sostiene. El primero piensa al soberano. El segundo piensa al ejército y al pueblo. Juntos forman la visión de un Estado que unifica a sus ciudadanos y los prepara para la defensa común.
Maquiavelo en el mapa de la ciencia política moderna
En La Atenas de América, esta edición de Obras políticas de Nicolás Maquiavelo se integra en la colección dedicada a los grandes autores de la ciencia política. Si quieres situar El Príncipe dentro de un panorama más amplio, puedes visitar nuestro artículo central sobre los autores de ciencia política moderna, donde dialoga con pensadores como Locke, Rousseau, Voltaire o John Stuart Mill.
Para explorar otra faceta del florentino, también puedes leer nuestro artículo Maquiavelo sin máscaras en El Príncipe traducido por Antonio Zozaya, centrado en una edición que resalta la claridad del texto y el contexto que lo vio nacer.
Y si deseas tener en tus manos este conjunto decisivo de textos, puedes buscar en Amazon nuestra edición de Obras políticas de Nicolás Maquiavelo, preparada para lectores que quieren entender cómo se pensó el poder en el origen del Estado moderno.
Leer El Príncipe dentro de la obra completa
Volver a El Príncipe desde esta edición de Obras políticas de Nicolás Maquiavelo implica leerlo con más contexto y menos prejuicios. El libro deja de ser un símbolo vacío de “maquiavelismo” y se revela como parte de un esfuerzo por pensar la unidad política, la fuerza del pueblo y la defensa de un territorio amenazado. Junto con El arte de la guerra y los Discursos, ofrece una mirada directa al nacimiento del Estado moderno.
Para lectores de historia, ciencia política o simple curiosidad por el poder, esta trilogía es una puerta de entrada privilegiada. Leer hoy El Príncipe en diálogo con las demás obras es también una forma de preguntarnos qué sacrificios aceptamos en nombre del Estado y qué tipo de unidad queremos construir.
Este artículo ha sido escrito por Jesús Arroyo Cruz con base en fuentes históricas de los siglos XIX y XX. Nuestros contenidos están diseñados para aportar y acompañar en el camino del conocimiento.




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