Antecedentes de la Independencia de México: crisis imperiales, reformas y resistencias locales
- Jesús Arroyo Cruz
- 22 jun
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 8 nov
La historia de la humanidad puede entenderse como una sucesión de movimientos expansivos, contractivos o inmóviles. En cada etapa, las sociedades se han desplazado entre el avance, la estasis o el retroceso, arrastradas por factores internos y externos que alteran su curso. México, como parte de esta dinámica universal, ofrece un caso paradigmático. Su desarrollo, desde las comunidades nómadas hasta las complejas formaciones sociales del virreinato, está marcado por desplazamientos cíclicos, tensiones de poder y sacudimientos que anuncian crisis mayores. Desde esta tesis está cimentada la obra Movimientos precursores de la Revolución de Independencia en México de José Antonio Martínez Álvarez cuyo objetivo es presentar una lectura histórica y crítica de los antecedentes que desembocaron en la guerra de independencia.
El movimiento como principio histórico
El movimiento, en su definición física, es un cambio de posición respecto a otro cuerpo. Trasladado al análisis social, permite comprender las mutaciones que ha experimentado el cuerpo nacional mexicano, desde la libertad relativa de los grupos nómadas mesoamericanos hasta el sometimiento por poderes externos, como el que impuso la conquista ibérica en el siglo XVI. Esta invasión provocó movimientos de resistencia, aunque de corta duración, seguidos por un largo periodo de dominación que estableció un eje metropolitano alrededor del cual giraba el virreinato.
Esta situación de dependencia puede ser interpretada como un movimiento de rotación, un cuerpo subordinado que orbita en torno a una metrópoli. Pero en el interior de Nueva España no todo se mantuvo estático. Se registraron también movimientos helicoidales, de traslación, de vaivén, como ondas vibratorias dentro de un cuerpo en tensión. La historia novohispana está, así, llena de espasmos, de marchas retrógradas, de tentativas contestatarias, que van desde el movimiento de Martín Cortés en los albores del virreinato, hasta la conspiración criolla de Valladolid (hoy Morelia) en 1809.
Reformas borbónicas y tensiones criollas
Uno de los factores que agudizó las tensiones internas fue la implementación de las reformas borbónicas en el siglo XVIII. Estas buscaban centralizar el poder en la Corona, limitar la autonomía de los criollos y aumentar la recaudación fiscal. En la práctica, significaron una exclusión cada vez más marcada de los españoles americanos respecto a los peninsulares, a quienes se reservaban los cargos administrativos, eclesiásticos y militares. El descontento fue creciendo entre la élite local, y se expresó en representaciones como la del cabildo de México en 1771 o en maniobras como la que encabezaron los criollos de Valladolid.
Gabriel de Yermo y el movimiento regresivo
El caso de Gabriel de Yermo, hacendado peninsular que lideró en 1808 el derrocamiento del virrey José de Iturrigaray, constituye un episodio clave. A pesar de su aparente fidelidad al orden, lo que hizo fue activar una maniobra regresiva para blindar el régimen virreinal frente a la influencia de las ideas soberanistas representadas por Francisco Primo de Verdad y Francisco Azcárate. En el fondo, Yermo se opuso a cualquier tentativa de autonomía local, aunque disfrazó su acción con el lenguaje de la fidelidad al rey cautivo, Fernando VII.
Este movimiento, aunque orientado a la conservación, fue percibido por amplios sectores como una usurpación del poder y provocó una ola de indignación que alimentó conspiraciones en varias ciudades. La acción de Yermo es testimonio de la manera en que las crisis imperiales actuaron como catalizador de movilizaciones de carácter muy diverso, que iban desde el conservadurismo más extremo hasta las ideas más radicales de ruptura.
Ondas pre-insurgentes: movimientos inarmónicos
Movimientos precursores de la Revolución de Independencia de México editado por La Atenas de América no es narración única de rebeliones homogéneas, es una cartografía de movimientos irregulares, muchos de ellos espontáneos, contradictorios y ambiguos. Algunos se presentaban como defensores de la Corona mientras conspiraban por la independencia. Otros, como la conspiración de Valladolid, se escudaban en la legitimidad del monarca cautivo para preparar un gobierno autónomo. En todos los casos, se trataba de movimientos inarmónicos, con oscilaciones internas, que revelaban el inicio de una disrupción mayor.
La teoría de la máscara de Fernando VII cobra sentido en este contexto, pues muchos grupos disfrazaban sus verdaderas intenciones de ruptura con el pretexto de proteger al rey. Este subterfugio, era una estrategia política que permitía avanzar sin declarar abiertamente una secesión que, en ese momento, habría sido anatema.
Una nación en gestación
El análisis de estos antecedentes permite comprender que la independencia no fue un estallido repentino, sino un proceso de fermentación política, cultural y social, gestado a lo largo de décadas. Los protagonistas de estos movimientos, ya fueran conservadores o insurgentes, introdujeron en el imaginario colectivo la idea de que el levantamiento era una obligación moral y patriótica. La religión, el honor y la patria se amalgamaban en un discurso que justificaba tanto la conservación del orden como su ruptura.
¿Cuáles fueron los primeros movimientos que cuestionaron el dominio español en México?
Algunos de los primeros movimientos incluyeron las conspiraciones del hijo de Hernán Cortés, la representación del cabildo en 1771 y la conspiración criolla de Valladolid.
¿Quién fue Gabriel de Yermo y qué papel tuvo en la crisis virreinal?
Gabriel de Yermo fue un hacendado peninsular que en 1808 lideró un movimiento regresivo contra el virrey Iturrigaray. Su objetivo era frenar las ideas de soberanía popular que comenzaban a circular en la Nueva España. Con apoyo de comerciantes, clérigos y autoridades conservadoras, logró derrocar al virrey, consolidando el poder de los peninsulares y sofocando temporalmente los impulsos reformistas criollos.
¿Qué significa la máscara de Fernando VII en el contexto de la independencia?
Es una expresión que describe cómo muchas conspiraciones criollas usaban la figura del rey cautivo como excusa para impulsar cambios políticos. Alegaban lealtad a Fernando VII mientras en realidad avanzaban hacia formas de autogobierno o independencia, utilizando su nombre para disfrazar sus verdaderas intenciones y evitar represalias inmediatas.
¿Cómo influyeron las reformas borbónicas en el inicio del proceso independentista?
Las reformas borbónicas centralizaron el poder en la metrópoli, aumentaron los impuestos y desplazaron a los criollos de los puestos de poder. Estas políticas generaron descontento, exclusión y una creciente conciencia política entre los americanos, lo que desencadenó tensiones que prepararon el terreno para los movimientos independentistas.
¿Por qué es relevante estudiar los movimientos precursores de la independencia?
Porque muestran que la independencia fue un proceso gradual, marcado por conflictos internos, estrategias encubiertas, participación de mujeres y diversas formas de oposición al orden monárquico. Estos movimientos ayudan a entender los orígenes sociales y políticos de la emancipación, así como la diversidad de actores y motivaciones que lo impulsaron.
Más allá del 16 de septiembre de 1810
Comprender los antecedentes de la independencia de México exige mirar más allá de los hechos del 16 de septiembre de 1810. Requiere atender a los movimientos previos, a las reformas, a las resistencias locales, a las conspiraciones ambiguas y a los actores que articularon, de forma consciente o no, una nueva visión del orden político. Si deseas adquirir esta obra que reconstruye esta etapa con documentos históricos claves, pero sobre todo ofrece una visión dinámica de un cuerpo social que comenzaba a sacudirse de su eje tradicional, lo puedes encontrar en Amazon en ebook, pasta blanda o pasta dura.
Este artículo ha sido escrito por Jesús Arroyo Cruz con base en fuentes históricas de los siglos XIX y XX. Nuestros contenidos están diseñados para aportar y acompañar en el camino del conocimiento.

