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Los 10 Mandamientos de la Ley de Dios según San Alfonso María de Ligorio

  • Foto del escritor: Jesús Arroyo Cruz
    Jesús Arroyo Cruz
  • 19 may
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 27 jun

Instrucción al pueblo sobre los Mandamientos y Sacramentos es una obra magistral de San Alfonso María de Ligorio traducida al castellano por D. Joaquín Roca y Cornet, pensada para que los fieles comprendan con claridad y profundidad los fundamentos de la vida cristiana, ahora disponible en La Atenas de América. Su estructura está cuidadosamente diseñada para formar la conciencia desde la raíz: primero explica los mandamientos del decálogo y después desarrolla los sacramentos como canales de gracia.


El libro se divide en dos grandes partes. La primera parte está dedicada a los preceptos de la ley de Dios, comenzando con advertencias para quien enseña la doctrina cristiana, seguido de una introducción práctica y luego una explicación progresiva de los diez mandamientos.


Cada capítulo analiza un mandamiento específico, acompañado de secciones que abordan temas como la fe, la esperanza, la caridad, la oración, la impureza, la justicia o la obediencia filial.


Por ejemplo, en el primer mandamiento, Ligorio despliega seis secciones completas: sobre la fe, la esperanza, la caridad, la oración, el amor al prójimo y la religión. En el cuarto mandamiento, no solo expone los deberes de hijos hacia padres, sino también de padres hacia hijos y de los esposos entre sí. Su método es exhaustivo y pastoral.


La segunda parte trata los sacramentos uno por uno, con especial énfasis en el de la penitencia. Se describen los pasos necesarios para una buena confesión: el examen de conciencia, el dolor, el propósito de enmienda, la confesión íntegra, la humildad, la sinceridad y la satisfacción. Incluso incluye una serie de ejemplos reales y conmovedores sobre confesiones mal hechas y sus consecuencias.


Este marco doctrinal no es simplemente teórico: está destinado a formar cristianos capaces de evitar el pecado, vivir en gracia y acercarse con fruto a los sacramentos.


Vivir los mandamientos como camino de salvación

San Alfonso enseña que los 10 mandamientos deben ser vividos desde el corazón. El primero —"No tendrás otro Dios que yo"— exige actos constantes de fe, esperanza y caridad, y la práctica diaria de la oración. La vida espiritual comienza cuando se reconoce que Dios es el centro y fin último del ser humano.


En el segundo mandamiento, prohíbe tomar el nombre de Dios en vano, abarcando también juramentos imprudentes, blasfemias, votos mal hechos o promesas que no se cumplen. Cada pecado contra este precepto es una falta de reverencia y una ruptura con la verdad.


El tercer mandamiento, "Santificar las fiestas", se centra en la obligación de asistir a misa y abstenerse de trabajos serviles. San Alfonso insiste en que el descanso dominical no es ocio vacío, sino oportunidad para reencontrarse con Dios y con la comunidad.


Amar al prójimo desde la ley de Dios

A partir del cuarto mandamiento, el decálogo orienta al amor al prójimo. Honrar a padre y madre implica obediencia, gratitud y asistencia. Ligorio desarrolla también los deberes de los padres, proponiendo un modelo de hogar cristiano con roles claros y espíritu de caridad mutua.


El quinto mandamiento prohíbe no solo el homicidio, sino toda forma de violencia, odio o venganza. Para el santo, escandalizar a los demás o desear su ruina espiritual es incluso más grave que quitarles la vida corporal.


En el sexto mandamiento, "No fornicarás", San Alfonso trata con profundidad las tentaciones contra la pureza. Propone remedios espirituales concretos, especialmente la oración, la huida de ocasiones próximas y la confianza en María.


El séptimo mandamiento, "No robarás", incluye el fraude, el abuso, la omisión del salario justo y la restitución como condición para el perdón. La justicia es parte esencial de la vida cristiana.


El octavo, "No dirás falso testimonio", condena la mentira, el juicio temerario y la calumnia. Enseña que la lengua debe usarse para edificar, no para destruir.


Los dos últimos mandamientos, el noveno y décimo, tocan el corazón: "No desearás la mujer de tu prójimo" y "No codiciarás los bienes ajenos" nos invitan a la pureza interior y al desapego. La santidad no se mide solo por lo exterior, sino por lo que el alma consiente o rechaza.


¿Qué pasa si se ignoran los 10 mandamientos?

Según San Alfonso, no conocerlos no exime de su cumplimiento. Todo cristiano tiene la obligación moral de aprenderlos y vivirlos.


¿Cómo se distingue un pecado mortal de uno venial? 

Se requiere materia grave, pleno conocimiento y consentimiento deliberado. Muchos pecados contra el decálogo son mortales si se cumplen esas tres condiciones.


¿Es necesario confesar cada falta contra ellos?

Sí, cuando se trata de pecado mortal. Ligorio insiste en el examen de conciencia a la luz del decálogo como preparación para una confesión válida.


Cómo adquirir el libro

Si se desea tener el libro en versión Kindle, tapa blanda o tapa dura, puede solicitarlo en Amazon y recibirlo en la comodidad de su hogar. De igual modo, le sugerimos la lectura del artículo Joyas católicas: libros para profundizar en la doctrina católica.



Brújula moral del alma cristiana

Los 10 mandamientos no son simplemente normas antiguas, sino la expresión concreta del amor de Dios y la brújula moral del alma cristiana. San Alfonso María de Ligorio nos ofrece una exposición clara, compasiva y exigente, que ha servido durante siglos como guía de salvación.


Hoy, en un mundo que relativiza la moral, esta instrucción vuelve a ser urgente. Quien quiera educar su conciencia, formar a su familia o confesar bien, debe comenzar por conocer y vivir el decálogo.





Portada del libro Instrucción al pueblo sobre los Mandamientos y Sacramentos por S. Alfonso Liguori

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