Felipe Tena Ramírez y el constitucionalismo michoacano
- Jesús Arroyo Cruz
- hace 1 día
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Felipe Tena Ramírez nació en Morelia en 1905, en el seno de una familia profundamente vinculada al mundo del Derecho. Su padre, Felipe de Jesús Tena Magaña, fue jurista, catedrático, gobernador interino y Ministro de la Suprema Corte de Justicia. Ese entorno marcó desde temprano el destino intelectual del joven Felipe. Creció rodeado de libros, debates jurídicos y un respeto arraigado por el estudio de las leyes. Con ese impulso, inició sus estudios en el Seminario de Morelia y luego en la Escuela Libre de Derecho de su ciudad natal, aunque el cierre de la institución lo obligó a continuar en la Ciudad de México. Se tituló en 1929 con mención honorífica gracias a una tesis que ya anticipaba su pensamiento crítico: La función del Derecho. Del individualismo al socialismo.
Aunque su carrera como Ministro de la Suprema Corte fue destacada —ocupó ese cargo por casi dos décadas—, su vocación más persistente fue la docencia. Desde los años treinta impartió clases de Derecho Constitucional y de Historia de las Constituciones mexicanas en la UNAM. Formó generaciones enteras de juristas, fundó seminarios, redactó leyes y contribuyó a reformas clave. Recibió múltiples distinciones, como la condecoración “Generalísimo Morelos” y la Venera de la Legión de Honor Judicial. Pero su influencia fue más allá de los reconocimientos.
El legado de Felipe Tena Ramírez permanece vivo en sus textos y en el premio que lleva su nombre, otorgado por la UNAM a los mejores trabajos sobre derechos humanos. Su vida fue una lección de coherencia. Supo ejercer en el Poder Judicial sin alejarse del pensamiento crítico, y formó parte de la historia sin dejar de interpretarla con rigor.
Una mirada lúcida al alma constitucional de Michoacán
En 1968, Felipe Tena Ramírez dejó una aportación especialmente valiosa al redactar la nota preliminar del libro Michoacán y sus Constituciones, obra que reunió, —gracias al trabajo del abogado Jesús Ortega Calderón— las tres cartas fundamentales del Estado: las de 1825, 1858 y 1918. En ese texto, Tena Ramírez no se limitó a explicar los antecedentes legales. Trazó una visión amplia y clara de la historia constitucional michoacana, conectando los vaivenes políticos del país con los esfuerzos locales por mantener un orden jurídico propio. Planteó con nitidez que las constituciones estatales solo florecen bajo el amparo del federalismo, porque el centralismo, por definición, anula la soberanía. Su análisis sigue siendo una puerta de entrada indispensable para quienes desean entender el alma jurídica de Michoacán.
El contexto no era menor. En 1968, cuando se publica esta obra impulsada por el gobierno de Michoacán, el país vivía una etapa de fuerte sacudida social. Michoacán mismo había vivido protestas universitarias en 1963 y 1966, demandas democráticas y exigencias para liberar de presos políticos. En ese contexto, Tena Ramírez ofreció una lectura que combinaba historia y derecho sin caer en tecnicismos.
En su análisis, recuperó figuras esenciales para entender ese proceso: Morelos, Melchor Ocampo, Santos Degollado. Los presentó como actores conscientes de que la ley fundamental podía ser una herramienta de cambio. Mostró que las Constituciones no fueron impuestas desde arriba, fueron respuestas concretas a momentos de ruptura, de incertidumbre, de necesidad de construir algo nuevo desde los escombros del autoritarismo o la guerra.
Lo valioso de su nota es la manera en que logra combinar erudición y pulcritud. No se pierde en términos difíciles ni en debates cerrados. Habla al lector con respeto, con el tono de quien ha estudiado mucho pero desea compartir, no imponer. Así, traza una línea clara entre los grandes eventos nacionales —la Independencia, las Leyes de Reforma, la Revolución— y su impacto en la vida legal de Michoacán. Cada constitución aparece como reflejo de ese vaivén: la de 1825 como afirmación de la recién lograda independencia; la de 1858 como apuesta liberal frente al centralismo; la de 1918 como intento de reconstrucción tras el torbellino revolucionario.
Hoy, más de medio siglo después, su texto conserva vigencia. Porque sigue haciendo lo que solo los grandes ensayos logran: iluminar el presente con los hilos del pasado. Por eso, leer a Felipe Tena Ramírez es repasar la historia de tres constituciones. Es volver a mirar, con ojos críticos y curiosos, cómo se construye un Estado desde la letra y desde la voluntad política.
¿Por qué estudiar a Felipe Tena Ramírez hoy?
La historia del derecho en México no se puede entender sin la obra de Felipe Tena Ramírez. Su mirada documentada y su método claro son una guía para quienes desean explorar la evolución constitucional desde los Estados. Mientras muchos centraban su análisis en la Constitución Federal, él apostó también por entender los contextos locales. Su enfoque conecta los procesos sociales con las normas jurídicas. Además, su estilo narrativo y directo lo hace accesible incluso para quienes no son especialistas. En tiempos donde se debate el federalismo, su visión ofrece claves útiles.
¿Qué importancia tuvo su nota preliminar publicada en el libro Michoacán y sus Constituciones?
Permitió comprender los antecedentes jurídicos y políticos de cada Constitución de Michoacán conectándolos con el devenir del país y del Estado. Felipe Tena Ramírez fue más que un jurista. Fue un intérprete fiel del alma jurídica de Michoacán. Su trabajo en Michoacán y sus Constituciones sigue siendo un referente obligado para quien quiera entender cómo se ha construido el federalismo desde lo local. En un país con conflictos recurrentes entre centro y periferia, su legado invita a pensar en el valor de la soberanía estatal como base de una república democrática.
Colección Centenario de la Constitución Política de Michoacán de 1918
La semilla que plantó Felipe Tena Ramírez no se perdió en el tiempo. Comenzó a germinar en 2007, cuando el Doctor José Herrera Peña convocó a un pequeño grupo de jóvenes investigadores para retomar con seriedad el estudio del derecho constitucional en Michoacán. Aquellas reuniones semanales en un café de Morelia sirvieron para compartir ideas y para reconocer un hecho evidente: la historia jurídica del Estado estaba llena de vacíos, documentos dispersos y relatos aún no contados.
A lo largo de los años, esa inquietud se transformó en proyecto. Hubo que reunir fuentes, ordenar archivos, transcribir actas, revisar gacetas, redactar estudios. En ese esfuerzo colectivo destacó el trabajo generoso de José Antonio Martínez Álvarez, quien en 2015 se sumó con entusiasmo a la creación de una colección de nueve tomos para festejar el Centenario de la Constitución Política de Michoacán de 1918, hoy disponibles en Amazon gracias al sello editorial La Atenas de América, como esta edición especial en versión ebook y pasta blanda que reúne las reformas a las tres Constituciones de Michoacán en su historia.
Mencionar estos antecedentes no es un gesto protocolario. Es una forma de honrar una cadena de esfuerzos que cruza generaciones. Este artículo dedicado a la figura de Felipe Tena Ramírez, forma parte de ese mismo impulso, entender el pasado para fortalecer el presente. Porque cada página recuperada, cada acta transcrita, cada análisis escrito, es también un acto de memoria y una respuesta viva para quienes creen en la fuerza de la Historia y del Derecho como herramientas de justicia y soberanía.
Este artículo ha sido escrito por Jesús Arroyo Cruz con base en fuentes históricas de los siglos XIX y XX. Nuestros contenidos están diseñados para aportar y acompañar en el camino del conocimiento.

