Presidentes de México y el tapado como eje de la ficción democrática
- Jesús Arroyo Cruz
- hace 16 horas
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Hablar de los presidentes de México es hablar, inevitablemente, de una tradición política que marcó buena parte del siglo XX: el tapado. Este fenómeno no solo definió los procesos de sucesión presidencial dentro del sistema priista, sino que construyó una narrativa donde el poder se transmitía sin debate público, sin competencia real y con una apariencia de estabilidad institucional que encubría profundas desigualdades en la participación política.
El libro Ya se soltó la caballada. Hacia una teoría del tapadismo del historiador José Antonio Martínez Álvarez, ofrece una lectura crítica sobre este mecanismo de control, desmontando la retórica democrática que lo rodeó. En sus páginas, se revela cómo el tapado se convirtió en una figura funcional a un régimen autoritario que operaba bajo el disfraz de elecciones y reformas, sin permitir que la ciudadanía tuviera una voz real en las decisiones trascendentales del país.
Un método, no una excepción
Lejos de ser una rareza o un invento folklórico, el tapado fue una pieza esencial del presidencialismo mexicano. Desde los años posrevolucionarios hasta las últimas décadas del siglo pasado, el presidente en turno —convertido en “gran elector”— designaba en secreto a su sucesor, quien solo era revelado al final del sexenio. La designación no se basaba en un proceso de debate interno o consulta ciudadana, sino en pactos de poder, lealtades personales y cálculos de conveniencia.
Este mecanismo encarnaba una contradicción profunda, mientras el sistema afirmaba ser democrático, reservaba las decisiones clave a una élite cerrada. El pueblo mexicano, no era un protagonista, era espectador de una coreografía ya pactada, de una teatralización del sistema político.
Presidentes de México, continuidad del sistema no ruptura
En Ya se soltó la caballada. Hacia una teoría del tapadismo, perteneciente a nuestra colección Revolución Mexicana el autor analiza con detalle figuras como Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría llegaron al poder bajo la sombra del tapado. Ninguno de estos presidentes representó una ruptura con el sistema, todos fueron resultado de una lógica de sucesión que aseguraba continuidad antes que renovación. Aun los intentos modernizadores o populistas se daban dentro del margen de lo permitido por el régimen.
Así, el tapado no solo fue un nombre oculto, fue una garantía de obediencia y de fidelidad al orden establecido. Cualquier aspiración a la presidencia fuera del dedazo era vista como traición, insubordinación o amenaza.
El tapado y la ficción democrática
Uno de los aportes más valiosos de José Antonio Martínez Álvarez con esta obra es el desmontaje del lenguaje democrático que acompañó a este sistema. Las elecciones se realizaban, sí, pero sin competencia real. Había urnas, pero no incertidumbre. El tapado era presentado como el mejor candidato posible, como el elegido por su trayectoria, carisma o visión de futuro. Pero en realidad, era el depositario de una decisión tomada en la opacidad, sin participación ciudadana y sin escrutinio.
El tapado fue una ficción funcional que permitió mantener la ilusión de democracia sin ceder el poder real. Bajo esta lógica, el voto se convirtió en un ritual sin contenido, y la ciudadanía en una audiencia manipulada.
Presidentes de México, legitimidad simulada y pedagogía
A lo largo del siglo XX, México tuvo una secuencia de presidentes cuya legitimidad descansaba no en el voto libre, sino en el respaldo del sistema. Eran presidentes funcionales al régimen, no representantes de una ciudadanía activa. El tapado garantizaba esa funcionalidad, asegurando que el nuevo mandatario no alterara los equilibrios del poder establecido.
Uno de los puntos más interesantes es la tesis de que el tapado también fue una pedagogía autoritaria. Enseñó a generaciones de políticos a esperar señales, no a competir; a guardar silencio, no a debatir; a negociar en lo oscuro, no a convencer en lo público. Este aprendizaje afectó no solo a los actores del poder, sino también a la sociedad, habituada a leer entre líneas, a buscar pistas, a aceptar que la política era un juego de élites.
La cultura política del tapado, por tanto, dejó una huella profunda que aún hoy condiciona las prácticas políticas, la forma en que se percibe el poder y la relación entre gobernantes y gobernados.
¿Qué significa el término el tapado en la política de México?
El tapado se refiere a la figura política elegida en secreto por el presidente en turno como su sucesor. Era una práctica común en el régimen priista, donde la ciudadanía desconocía quién sería el próximo candidato presidencial hasta poco antes de las elecciones, perpetuando un sistema de control autoritario disfrazado de democracia.
¿Cómo influyó el tapado en la elección de los presidentes de México durante el siglo XX?
El tapado fue un elemento clave para asegurar la continuidad del régimen. Presidentes como Miguel Alemán, Díaz Ordaz o Echeverría llegaron al poder mediante este método, sin competencia real. La figura del tapado garantizaba la obediencia al sistema, más allá de las propuestas o del voto ciudadano.
¿El sistema del tapado sigue existiendo en México hoy en día?
Aunque ya no se utiliza de forma abierta, muchas lógicas del tapado persisten. Hoy, la opacidad se expresa a través de estrategias de marketing, encuestas prefabricadas y pactos entre élites partidistas. La simulación democrática sigue presente, aunque con nuevas formas.
¿Qué crítica principal hace el libro Ya se soltó la caballada. Hacia una teoría del tapadismo a la democracia mexicana?
La democracia mexicana fue, durante décadas, una ficción cuidadosamente representada. El tapado era una herramienta que preservaba el autoritarismo bajo formas democráticas aparentes, impidiendo que el voto libre y la participación ciudadana definieran realmente el rumbo del país.
¿Por qué se considera al tapado una “pedagogía autoritaria”?
Porque enseñó a políticos y ciudadanos que el poder no se ganaba con propuestas o debate público, sino con lealtad, obediencia y señales del poder superior. Fue una forma de disciplinar a la clase política y de moldear una cultura ciudadana pasiva y desconfiada del sistema.
Un libro fundamental
Este libro es fundamental para quienes desean entender el entramado oculto del poder en México. Su análisis es claro, documentado y valiente (al igual que otros libros de la colección Revolución Mexicana). Nos recuerda que los presidentes de México han sido parte de una maquinaria que privilegió la estabilidad sobre la participación, y que solo un cambio profundo en la cultura política podrá romper con esta herencia. Si deseas, puedes adquirirlo en Amazon en versión Kindle, pasta blanda y pasta dura.
Leerlo es un ejercicio de memoria histórica, es una invitación a pensar críticamente en el presente y a exigir un futuro donde la democracia sea una realidad construida desde abajo.

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